sábado, 5 de noviembre de 2011

...mujer me he ido hasta mí para alcanzarte

“…hambriento he comenzado a buscarte, que no me aleje de ti ayuno; famélico he llegado a ti, que no me vuelva sin haber comido…”
Proslogion, Anselmo de Aosta

mujer me he ido hasta mí para alcanzarte he besado mis pies en señal de comienzo de tribulación ante mi enfermo y duro cuerpo
he entendido la rabia de ser primero uno de hacerse entre marañas entre vueltas de carnero adorando a la felicidad posible entre tormentos descubriendo la sal amarga de la propia piel las elucidaciones que se apagan y se encienden en el instante mismo del presente de encarnarse como una uña que no teme el dolor del dedo como un jesús dispuesto a la tierra y no a la cháchara del cielo a los insectos que se mascan en el hambre a los dolores del entierro y la resurrección
mujer digo mujer así como siempre
como si hubiera un solo cuerpo del que hablar una sola y misma casa para mi amor eréctil un solo y simple atajo entre los muertos
mujer digo mujer como si contuvieses a todas las que llegarán a poner sus manos en mis manos sus labios en mis labios que predican futuro recitan lo pasado con aires de sentencia de colisión de mundo dirigido al fin de la barbarie
un solo pecho basta para todos los pechos de la tierra
en el pulmón tras de tus tetas sopla el pulmón del mundo
y hay una avispa que zumba entre los ruidos de estas calles grises si están las nubes en el invierno como en el verano dispuestas a amenazas de lluvia de encierro de encontrar esa frase que toca lo sensible con aires magnánimos de simpleza que llama al cuerpo desde otro cuerpo entre cenizas silbando por lo bajo y dice algo tangente a esto que pasa siempre tangente siempre esquivo siempre dejando claro que todo es nuevo bajo el sol como ese pecho único entre todos los pechos de la tierra
falta la risa de reproche entre tus risas la que ríe de mí de mis palabras de mi cuerpo los ama entre carcajadas entre los evidentes guiños las claves la explosión de tu propio ser insomne las sonrisas del antes y el durante mi explosión mi aguardiente mi terreno tu lucidez en llamas el sudor
de veras voy poniendo los ladrillos del muro que será camino la senda de tus pasos el eco de cuanto dolor hay en la tierra de cuanto amor hay en las grietas las ventanas de cuanta tímida raíz exasperada de cuanto nombre sin epitafio ni calle ni suburbio de cuanta preñez tiene mi baba enloquecida
así es como me acerco me prosterno me inflamo con tu estómago perfecto me inyecto la potencia de rearmarte cada vez más exacta más pronta a lo real más incompleta más turbia más sucia más terrena más epidérmica o raquítica más mía más lejana más virulenta más rara más igual a todas las mujeres más sine qua non para mis manos más opuesta a todo ayuno a toda áscesis a todo desesperar por un oasis más sal más dimensión más alimento

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