viernes, 20 de enero de 2012

Diógenes eterno

ese perro ese perro de la casa de mi tía abuela ese perro que me ladró y me dio pánico yo era apenas un nene ese perro inmortal ese perro gigante ese perro que volvió más de una vez en sueños y que muchos años después escuché que había decidido morirse
era en una ciudad costera allá vivía mi tía abuela no tenía teléfono porque no quería escuchar malas noticias y esos eran los tiempos de la infancia visitar la costa en familia y jugar menudos juegos de mesa sobre la arena
el mar era gigante
el mar era eterno
las olas lúdicas recuerdo el mar eran las olas eran las horas de estar jugando entre ellas era la infancia más pura el mar una sola vez intentó tragarme y yo que nadaba hacia la escollera lo cual era de lo más peligroso igual el mar me llevaba y la gente sobre la escollera miraba preocupada una lancha de bañeros se me acercó en la desesperación más turbia en la muerte que llegaba entre la sal y el agua y todo eso ahora es un reflejo la inmensidad estrecha de un instante una secuencia de imágenes entre los almanaques de la mente
el mar era gigante
el mar era eterno
y eso es un antes un irse constante una única semblanza mientras hoy uno que está creciendo a golpes como los nenes de Truffaut y uno corría rápido sobre la arena caliente los días eran hermosos y el calor era tan distinto de Buenos Aires que hoy está tan cansado de tantos vilipendios poéticos a la humedad y al despertarse en vela por la noche entre arrugas de sudor y sábanas
ser nene en otro puerto en otro mar en una visita a la casa de la tía abuela su marido campeón de natación mundial y ese perro que se llamaba Diógenes que ladró tan fuerte tanto pánico para ese nene que lo siguió soñando y según parece era el perro más bueno del mundo
Diógenes ladra en un fondo negro
Diógenes ladra en la soledad hermosa de un infante que era como una aventura como salir a conocer lo desconocido en esa época en donde todo parecía ser desconocido y casi no se podía confiar en que el mundo fuese redondo y no infinito y de repente un ladrido y uno querría haber achicado el mundo tanto tanto para recibir un abrazo mientras Diógenes furioso era peor que la hidra y el minotauro y la escena hubiese merecido un registro un video en blanco y negro como esas escenas de jovencitas de principios de siglo en la playa en las fotos antiguas
el mar era eterno
el mar era gigante
el mar tenía una raya arriba una línea arriba y bastó con preguntar para escuchar a papá decir
es el horizonte
el horizonte
y ese era el horizonte de la infancia

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